Sunday, May 07, 2006


El líder tibetano en el evento top de la semana


Un día con el rey del Himalaya

El seminario sobre la exploración de la mente en la ciencia y el budismo fue el acto más relevante de su visita. Ayer dio una conferencia para siete mil personas, plantó un canelo con una machi, y se fue sin ser recibido por la Presidenta Bachelet.



Juan Sharpe
Nación Domingo

A la misma hora que la Presidenta Michelle Bachelet volaba el viernes hacia Rapa Nui para celebrar el Mes del Mar, en Santiago Paulina Urrutia, ministra de Cultura, y Martín Zilic, ministro de Educación, se reunieron con el Dalai Lama en su suite del Hotel Marriot, donde el jefe espiritual de los budistas se hospedó durante su visita de cuatro días al país, según informaron fuentes de la delegación tibetana.

La visita, el único contacto que mantuvo el Dalai Lama con representantes del Gobierno chileno, fue mantenida en el ámbito privado y atrasó unos 40 minutos el comienzo del seminario “La exploración de la mente en la ciencia y el budismo”, una de las actividades centrales de su estancia.

Según los organizadores de la visita, el Gobierno adujo “problemas de agenda” para explicar las razones por las que el máximo representante del budismo no fue recibido por la Presidenta Bachelet, pero el senador socialista Jaime Naranjo reconoció que las “presiones” del Gobierno de la República Popular China habían influido para evitar ese encuentro.

El clima de colaboración y la inminente entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países, contribuyó a la prudencia oficial chilena en un tema que irrita especialmente a las autoridades chinas. Una semana atrás, durante su visita a Argentina, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino había expresado su desacuerdo formal por la visita del Dalai a ese país.

El seminario, al que asistieron unas 500 personas que pagaron 150 mil pesos por la inscripción, se convirtió en un largo y sostenido homenaje al biólogo chileno Francisco Varela, pionero del diálogo entre científicos occidentales y la religión budista.

Tenzin Gyatso, el décimocuarto Dalai Lama –exiliado desde 1959 en Dharamsala, en el norte de la India, después que el Ejército maoísta invadiera el Tíbet–, ataviado con su túnica burdeos y azafrán característica que deja a la vista un par de cicatrices en su brazo derecho, inició su presentación agradeciendo este primer encuentro entre científicos y budistas realizado en Latinoamérica. Anunciando el buen humor campechano que mostraría a lo largo de la jornada, dijo que “la mente de los chilenos deber ser aguzada y larga como su territorio”, antes de referirse a Francisco Varela como un “camarada”, cuya “sonrisa y frente amplia están siempre presentes en nuestra mente”. Cada vez que mencionó a Varela, el Lama ofreció una leve reverencia en señal de respeto.

En su primera intervención, interrumpida por frecuentes problemas en el sistema de sonido de la sala, explicó que ellos llevan 2.500 años –desde que el príncipe Sidharta Gautama alcanzó la iluminación a través de su práctica meditativa– explorando la mente y aprendiendo sus secretos para poder modificarla y eliminar el sufrimiento innecesario. Recordó que recién hace unos 130 años la ciencia occidental inició su exploración de la mente a través de las investigaciones médicas y sicológicas.

El Dalai Lama se refirió al amor, la compasión y la bondad como valores fundamentales de la batalla humana por alcanzar la paz mental, y que en este tiempo “fluye como un río caudaloso en tiempos del monzón” el encuentro con científicos occidentales que reconocen la milenaria experiencia tibetana como elemento fundamental para desentrañar los misterios de la mente humana.

“La ciencia moderna no está tan desarrollada como la sicología budista”, explicó aludiendo a la vigencia del método tibetano para lidiar en este campo del conocimiento, que considera el concepto budista del nirvana como la categoría más elevada de salud mental y que es asequible a través del entrenamiento persistente de la mente: “Creemos más en la experiencia empírica”.

Antes de retirarse a su encuentro con el cardenal Errázuriz –que calificó como de “armonía entre religiosos” y donde recibió un libro con fotografías de las montañas de los Andes–, el Lama se ofreció al público para responder sus preguntas.

Después de reflexionar sobre la vieja discusión del emplazamiento de la mente, si está solo en el mismo espacio físico del cerebro o forma parte de un sistema más sutil como considera la cosmogonía budista, contestó con un lacónico “no sé” teñido de buen humor a una divagante pregunta de una participante.

SABIOS Y PEDANTES

En el primer descanso de la jornada, Gonzalo Pérez, sicólogo, especialista en el mundo de los mitos, los símbolos y el inconsciente humano, explicó que considera “fascinante la descripción del alma como la mente sutil de la que habla el Dalai”.

Pérez, también practicante espiritual desde hace más de 30 años, reconoció su alegría por “estos puentes, estas uniones, y de estos lenguajes, porque se trata de miradas y lenguajes que también tienen que ver con lo que está pasando en el Chile de hoy, con una sensación de que se caen las barreras y que necesitamos conocernos aquellos que estábamos al otro lado de los muros”.

Entre la asistencia, trufada de científicos, estudiosos y practicantes de diversos sistemas de aprendizaje, estaba la profesora de yoga y actriz María José Prieto, que reconoció que se “quedó con gusto a poco, porque apenas tienes tiempo de vislumbrar acerca de esta convergencia. Es una experiencia muy buena para los incrédulos que ignoran que la sencillez y el sentido del humor del Dalai son señales de su sabiduría y prefieren a autorreferentes escudados en la seriedad”.

Una opinión similar tenía Pablo Morales, gerente de producción de Chilevisión, que explicó su fe en “el encuentro de ambas medicinas” y su descubrimiento del concepto budista de la muerte “como un fenómeno para entender; a diferencia del occidental, donde morir produce terror”. Morales, de formación católica, explicó que se siente identificado con el tipo de Iglesia de la Vicaría Zona Sur, dirigida por Cristián Precht, donde, igual que “en el budismo, se trabaja desde el nosotros y no desde el yo”, y felicitó al Lama por su sencillez y buen humor “en tiempos donde abundan santones pretenciosos y pedantes”.

Mientras los diversos disertantes exponían sus tesis sobre las confluencias entre sus trabajos científicos y las prácticas budistas, el sinólogo Jorge Palacios, autor del premiado ensayo “El origen extraterrestre de la civilización china”, expresó sus aprensiones sobre la teoría budista del Dalai Lama. “No creo en la teoría de llegar al nirvana, aunque la meditación sí es un método que ayuda a resolver problemas sicológicos”. Para Palacios, que medita con la música, “me vuelo, me provoca una gran tranquilidad, me hace olvidar de problemas; pero de ahí a hacer una metafísica budista, no estoy de acuerdo. El Dalai es un personaje muy cálido, no muy docto, que elude la discusión teórica. Además, representa una causa política compleja, por algo no lo recibió la Presidenta. Por mi parte, prefiero el taoísmo, porque tiene una teoría del universo y que basa en esa teoría del universo una moral”.

Ayer a mediodía, en la plaza Tibet del Parque O’Higgins, Tenzin Gyatso, junto a una machi, plantaron un canelo ofrecido por la comunidad indígena chilena después que fuera imposible encontrar un bodi –árbol tradicional tibetano– en condiciones de ser trasplantado. La ceremonia fue el preludio de la conferencia que dictó en el flamante Arena del Parque ante siete mil seguidores, el último acto público antes de finalizar su visita, con su comitiva de trece personas más ocho monjes del monasterio indio de Gaden Jantse.

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